
Antes casi no se hacía uso del mando a distancia, con sólo dos canales, bastaba con tenerla siempre encendida en el mismo canal. Pero con cinco, el tema cambiaba. Se podía zappear, algo inédito en España hasta entonces. Aunque algunos territorios ofrecían un canal autonómico, mucho no se bailaba con los diales.
El gobierno le otorgó las licencias a Antena 3, que intentaba pasar el éxito de la extinta radio con el mismo nombre a la televisión; a Telecinco, canal de capital italiano que había cosechado gran éxito en el país romano y a Canal Plus, una decisión que sorprendió a no pocos ya que por entonces no se había hablado en ningún momento de un canal de pago.

Antena 3 empezó a emitir en diciembre de 1989 y Telecinco y Canal Plus, a los pocos meses. En apenas medio año las opciones mediáticas se habían doblado. Más voces, supone más pluralidad. Por lo que se garantizaba una mayor democracia, no había pasado ni una década del intento del golpe de Estado.
España entonces no sabía hacer televisión. Sólo algunos creadores de TVE y no todos eran buenos. Tuvo que aprender sobre la marcha. Comenzaron a crearse productoras y los contenidos se hicieron más variados. Apareció la producción propia y con fortuna se convirtió en todo un sello diferenciador de cada canal.
Al principio, todos ponían lo mismo y se copiaban unas a otras. A pesar de llamarse generalistas, la situación era y es muy distinta. Antes la tele era para todos los públicos y los gustos eran muy homogéneos. Pero con más canales lo importante es diferenciarse para captar un público fiel.
Éstos mucho han cambiado. Hay más publicidad, hay muchos programas, concursos, películas, series nacionales y extranjeras, deporte y sobre todo hay más espectadores, se ve más tele que antes.
Aunque sigue habiendo un denominador común en canales como Telecinco, la telebasura. Sigue empeñada en emitir la misma discusión una y otra vez, los mismos gritos y la misma ignorancia abrumadora. La tele puede ser barata pero insultante a la inteligencia del espectador, no.

Pero después de estos nuevos cambios aún sin asentarse llega la TDT. Todo lo conocido anteriormente cambia radicalmente. Aparecen un sin fin de canales. En ciertas ciudades españolas puede llegar a 50.
Este modelo aún sin explotar, conlleva una reflexión. No hay pastel para todos. Demasiados canales y poco dinero para anuncios. Demasiado fraccionamiento, muchas ventanas y demasiados pocos espectadores en cada una. El baremo cambia, un éxito de audiencia rondará en torno al 9 ó al 10% de audiencia. Muy lejos de los 30 que conseguía las privadas en 2000.

Los canales de la TDT se parecen a un ser unicelular que vaga sólo en el océano. Podrán sobrevivir pero no con mucho éxito. Lo más seguro es unirse a otros y ser pluricelular y convertirse en un organismo vivo o… devorar a los demás y seguir para adelante, tipo Prisa.

Se acerca la era de la generación individualista. La tele dejará de ser generalista para ser individualista.
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